MARCO CONCEPTUAL

MARCO CONCEPTUAL

 

PUBLICIDAD DE CONSUMO:

La historia ha demostrado el poder de influencia que tiene la publicidad en el mundo entero, como generadora de múltiples contenidos asimilados. El inicio de la nueva era junto con la globalización nos ha llevado a sucumbir a grandes y a chicos ante ella, a través de todos los canales de trasmisión que existen en la actualidad, incluidos los medios de comunicación que por consistencia y tradición se comportan como los medios difusores por excelencia. La publicidad solamente puede estudiarse desde la perspectiva del entorno político, económico y cultural de un país. Y el aspecto cultural es una de las premisas más importantes de esta investigación.

La publicidad está definida como cualquier forma pagada de presentación no personal para la promoción de ideas, bienes o servicios de un patrocinador identificado, utilizando medios masivos de comunicación para persuadir o influenciar a la audiencia. (Russell, 2005)

Existen muchas maneras de ver el mundo y muchas formas de reacciones que son reflejos de nuestras percepciones ante los estímulos que nos proporciona la publicidad. Los niveles de consumo están totalmente ligados a la estimulación. La psicología denomina a este proceso de conocimiento y recepción del exterior como “percepción”, la cual es estudiada para explicar de forma adecuada el comportamiento de las personas ante diferentes situaciones de la vida diaria.

La percepción busca de manera directa organizar la información del ambiente dentro de una representación mental simple. (Gondra, 1996). Y la percepción se relaciona directamente con la identidad que poseemos, es una pieza fundamental de regulación de contenidos multimedia. El concepto de identidad es fundamental para comprender la situación cultural en la que nos encontramos, para analizar las variables de consumo de publicidad no solo desde el entorno social si no también desde el punto de vista psicológico. De esta manera se podría explicar mejor porque consumimos ciertos tipos de contenidos en proporción con otros y la influencia motriz que estos pueden llegar a tener sobre nosotros.

La identidad constituye también un sistema de valores que permite afrontar diferentes situaciones cotidianas. Opera como un filtro que ayuda a decodificarlas y a comprenderlas.

Frente a una situación de consumo de publicidad en los medios, un individuo, con sus valores y su modo de pensar, de sentir y de actuar reaccionará probablemente de una manera definida. Para esto se cuenta con un repertorio de formas de pensar, de sentir y de actuar que, en un momento dado, se puede combinar. Este repertorio está en constante recreación. (Camilleri, 1989).

Nuestra cultura y su desarrollo cumple un rol esencial en el discernimiento de los procesos interactivos, permite identificar todo tipo de factores que nos muestran distintas realidades conceptuales a la nuestra. La influencia de la publicidad siempre se mantendrá presente, evaluando los distintos tipos de públicos a los que se dirige para centrarse en los más vulnerables. Un público clave de consumo son (los niños y adolescentes).

La publicidad intenta crear y consolidar en los adolescentes nuevos hábitos de consumo, puesto que son la mejor garantía de tener consumidores en el futuro; explotando las formas de comportamiento social de los niños y la tendencia adolescente a imitar los modelos de conducta. (Menéndez RA y FJ Franco, 2009).

El punto de inflexión donde se mueven las piezas de engranaje recae en la “accesibilidad” y las múltiples estrategias de marketing, dominio y control por parte de las empresas emisoras de mensajes publicitarios. El marketing tiene como objetivo identificar la accesibilidad de los productos o servicios a determinados públicos, pues una vez identificado se plantean estrategias para hacerlos más accesibles. (Singer D y J Singer, 2001).

El poder de la publicidad radica en que combina diferentes leguajes: oral, y audiovisual, pero con gramática retórica y reglas propias, que la convierten en una forma cultural de comunicación. (Aguilar, Molinari et al. 2000 en Sauri, 2003)

Depende del consumidor evaluar los métodos, discernir sobre ellos y enfocarse en sus hábitos alimenticios que se desprenden en gran parte del consumo de publicidad de medios.

 

HÁBITOS ALIMENTICIOS (Modelos de Influencia):

Los hábitos alimenticios están ligados totalmente al bienestar y a la salud de todo ser humano, total por la dependencia motora del funcionamiento de nuestro organismo y todas sus capacidades. Sin embargo, se sabe que los hábitos alimenticios se producen y reproducen socialmente; es      decir, son construcciones sociales, al igual que la generalidad de las actividades o realidades sociales significativas para los sujetos humanos. (Berger y Luckmann: 1979 en Durán 2008).

Nuestro entorno familiar es en primera instancia quien forma nuestra actitud natural para un desenvolvimiento social en un futuro, relacionado directamente con las costumbres que vayamos desarrollando a lo largo y ancho de nuestra infancia.

Una costumbre por lo general viene dada por las características propias de la cultura del entorno social que la maneja. A gran escala son tradiciones con fuerza cultural. Las características propias del ser humano son consideradas costumbres, pequeñas acciones que marcan distinción y que por ser repetitivas son tomadas como tal. (Yirda, 2021)

De aquí parte un sutil cuidado en la recepción de contenidos aplicables durante la etapa de crecimiento del infante en relación a sus hábitos alimenticios puesto que al no identificarse con su entorno familiar las prácticas aprendidas en el exterior manejarán su comportamiento y las influencias se darán a notar. La influencia es entendida como el intento de afectar en los sentimientos, en el pensamiento o en las acciones de otras personas (Yukl et al. 2005; Elron y Vigoda, 2006)

En este sentido la influencia tiene que ver con una capacidad de lograr que las cosas se hagan, por eso resulta fundamental analizarla para comprender el desempeño de las organizaciones (emisores de publicidad) y el público (receptores). (Barry y Fulmer, 2004).

Una alimentación saludable se obtiene de una dieta correcta, una dieta que se adapte a la identificación cognitiva del individuo. La alimentación involucra diferentes procesos sociales, culturales y psicológicos que en algunas comunidades están fuertemente arraigados, lo que dificulta la modificación de hábitos alimentarios, aunque pueden ser adaptables por la flexibilidad del mismo concepto. (Jackson, et al. 2004).

El lenguaje secuencial de los medios que ofrecen contenidos que propagan consumir ciertos tipos de alimentos no saludables muchas veces es superior, los mensajes subliminales tienen potencia y la recepción es general, no es novedad que los contenidos mejor trabajados superan las expectativas de las empresas y a pesar que no sean alimentos estructurados en dietas saludables siguen vendiéndose como si nada. El lenguaje y su forma de llegada abre un universo de posibilidades, la influencia en los hábitos alimenticios sigue al tope en su exhibición.

“Una verdadera teoría de los objetos y del consumo se fundará no sobre una teoría de las necesidades y de su satisfacción, sino sobre una teoría de la prestación social y de la significación”. (Henao, et al., 2007:24). Con este párrafo se resume lo dicho hasta el momento.

La secuencia, la identificación, el entorno familiar y social se relacionan de manera directa con cada hábito que se vaya sumando al individuo desde su nacimiento y desarrollo.

La elección llevadera de nuestra alimentación recae en una serie de interacciones individuales y grupales basadas en un sistema de emociones, intervenciones y experimentaciones recurrentes que van formando un perfil de consumidor.

Las emociones juegan un papel importante en nuestras vidas. Es evidente que la alimentación es una necesidad básica y como tal, enarbola una serie de conductas y rituales que condicionan nuestro día a día. Con todo, no son pocas las veces que obviamos lo fundamental de averiguar cuál es el significado que se esconde detrás de la ingesta alimentaria. Más aun cuando se ha comprobado que dicha ingesta, y las conductas y rituales asociados, tienen mucha más relación con las emociones y creencias personales. (J.D. Mayer, 1997)

El cuidado psicológico, corporal y tradicional también tiene mucho que ver en este aspecto. Somos vulnerables si no fortalecemos nuestros vínculos primarios y secundarios en las relaciones interpersonales, los estímulos exteriores estarán presentes de por vida, es nuestro deber identificarlos o ayudar a otros a hacerlo para un mejor desempeño funcional y mental. Para un mejor vivir.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Russell T, Whitehill K, Lañe W, (2005). Kleppner Publicidad. Pearson Educación, 16º Edición, México, 766.

- Guillaume, P. (1964). Psicología de la forma. Buenos Aires: Psique.       

Vargas L. (1994). “Sobre el concepto de percepción”. Alteridades, 4 (8): 47-53

- Camilleri, C. (1989). Chocs de Cultura. Concepts et enjeux pratiques de l'interculturel, L'Harmattan, París.

- Bourges, H (1990). Costumbres, prácticas y hábitos alimentarios: Cuadernos de Nutrición.

Harris, M. (2005). Bueno para comer: enigmas de alimentación y cultura. Barcelona: Alianza.

Durán F, (2008). Globalización, identidad social y hábitos alimenticios: Rev. Ciencias Sociales.

Martin-Quesada OG y G Sánchez-Mena, (1989). Los efectos de la publicidad televisiva en la conducta infantil: una aproximación teórica. Tesis. Departamento de en Psicología. Universidad Iberoamericana. México, 271.

- González Días, C. (2008). La categoría de producto y el mensaje transmitido en la publicidad infantil de alimentos. Latina de Comunicación Social.

- Romero, L. (2006). El comportamiento del consumidor ante el diseño del punto de venta virtual: efectos e interacciones. (Tesis doctoral). Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca.

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