LA RADIO POSEE VIDA PROPIA

Todos sabemos que los seres humanos nos relacionamos con el universo a través de nuestros sentidos, pero sin lugar a duda el oído es el más importante de todos, puesto que es el órgano comunicador por excelencia y gracias a él podemos percibir y experimentar el mundo exterior de distintas maneras posibles. Hace miles de millones de años la humanidad ha tratado de descubrir la mejor forma para comunicarse, siendo constante en sus métodos para persuadir y convencer a los interlocutores. Y muchos se preguntaran: ¿Cómo logramos esto?... La respuesta es más que sencilla, gracias al tesoro más bello que la vida pudo otorgarnos: el oído.

Por un momento pongámonos a pensar en lo que habría ocurrido si no hubiéramos desarrollado el sentido del oído, por un instante regresemos a la era prehistórica y observemos fijamente las acciones que realizaban nuestros antepasados, simplemente no se hubiera formado nada, desde la organización para mantenerse unidos, cerrando círculos y atravesando eras de supervivencia para llegar a donde estamos.

-Se me ocurre una palabra: "CATÁSTROFE".

Sí, eso sería nuestro mundo sin este órgano tan pequeño pero eficaz, una catástrofe que no nos hubiera permitido interrelacionarnos como individuos para luego desarrollarnos como personas y seres pensantes hasta lograr la evolución.
Es demasiado importante la interpretación que le demos a cada uno de los sonidos que escuchemos teniendo como base fundamental las experiencias ya vividas, puesto que gracias a eso podemos estructurar imágenes mentales dando cabida a un mejor entendimiento a través de lo escuchado.

La radio genera una relación comunicativa muy peculiar puesto que el que emite el mensaje como el que lo escucha  crean una relación espacio tiempo invisible, es increíble poder crear un mundo distinto cada vez que escuchas algo nuevo, solo pones tu imaginación a trabajar y ya estás en otra parte experimentando cosas sin cesar.
Al mismo tiempo la radio te permite dar parlamentos  a través de  la voz, informar a tu oyente de la mejor forma que te puedas imaginar, romper esquemas con argumentos creativos y muy bien pensados, tratar de relacionarse y comprometerse ofreciendo no solo información sino también cultura a la audiencia.


Ignacio López Vigil en su libro “RADIALISTAS APASIONADOS”  afirma que aprendemos  a  hablar  escuchando y  que el  oído es  el  pedagogo  de  la  palabra. Como sabemos, los sordos son mudos. No pueden dar cuenta con la voz de lo que no han recibido mediante el sentido auditivo. Así pues, los pensamientos son hijos de la palabra y nietos del oído. Esta maravillosa genealogía la desencadenamos al conversar con un amigo cara a cara. Y también, cuando nos comunicamos con muchos a través de la radio.

Para llegar a ser un buen radialista hay que tener buen oído, no basta con hablar y hablar, en este medio hay que aprender a comunicar, es cierto que se puede tener talento con la palabra y persuasión con el resto, pero si no haces el intento por aprender a escuchar lo que dicen los demás simplemente serás uno del montón. En esta profesión no se quiere parlanchines, aquí se necesitan comunicadores de verdad. Y esto requiere práctica, para lograr entender el lenguaje radial y desarrollarlo perfectamente.

Los mensajes sonoros de la radio se pueden considerar como una sucesión ordenada, continua y significativa de sonidos elaborados por personas, e  instrumentos, a pesar de ello, la radio tiene un lenguaje propio y característico formado por varios elementos primordiales como: La palabra, la música, los efectos sonoros, el silencio, etc. La palabra es uno de estos elementos, pero la palabra radial excluye la visualización del interlocutor, por lo tanto es una palabra imaginada. La palabra radiofónica resuelve procesos de expresión gracias al texto escrito o a la improvisación verbal, al dirigirse el locutor directamente a los oyentes, debe darse un contexto natural, el profesional debe huir del distanciamiento que supone el leer un texto. En la palabra influye mucho el tono, la intensidad y el timbre de voz.

Otro elemento no menos importante es el silencio, aquel es un elemento que muchos no le consideran como tal. Su presencia es fundamental y de gran fuerza comunicativa. El silencio se puede considerar como algo intermedio entre la presencia y la ausencia. El silencio es un momento que te permite recapacitar sobre lo que se está trasmitiendo.En un medio sonoro por excelencia como es la radio, hablar de silencio puede parecer ciertamente incongruente. Sin embargo, el silencio forma parte del lenguaje radiofónico y al igual que los materiales hasta ahora tratados, es capaz de expresar, narrar y describir. El silencio aparece en la radio cuando se produce una ausencia total de sonido, es decir, cuando no hay voz, ni música, ni efectos sonoros, aunque su verdadero sentido solo podrá ser captado a partir de la relación que la ausencia de sonido guarda con los elementos que la precedan o con aquellos otros que la sigan.

No obstante, la utilización del silencio es muy limitada, ya que, al no estar familiarizado con sus códigos, el oyente ha tenido que considerarlo como una información no deseada, como un fallo técnico o como un "ruido".

¿Y qué es el ruido?

En la radio existen muchas causas que no permiten el envió de mensajes a los oyentes, es como una interrupción que obstruye el camino del tan anhelado mensaje, a esto le denominamos ruido. Estas distorsiones se deben a que quizás el interlocutor no mantiene una postura correcta ante el micrófono, y este último mencionado puede que no se encuentre en una óptima posición de apoyo, también cuenta como ruido la mala pronunciación de palabras y expresiones erradas, que si es cierto se pueden mencionar en lo cotidiano pero que deben evitarse en la radio, tales sean: malas palabras, jergas juveniles, los parrafazos, exageraciones, lenguaje sexista, etc. Pero esto tiene solución, y para seguir en el proceso de ser un buen radialista, el periodista debe ser consciente de la fugacidad del mensaje; el oyente no puede volver a  escuchar lo que se está contando, no puede comprobar si ha entendido bien la información. Su única opción es escuchar el texto en el momento, en el orden, y con el ritmo que establece el locutor. Por tanto, hablar  para la radio implica saber utilizar adecuadamente el principal instrumento del periodista, la palabra. Para ello, se tendrán en cuenta las características básicas del lenguaje hablado y sus exigencias como por ejemplo: la claridad, lo concreto, la constancia y la brevedad para emitir el mensaje. El radialista esta obligado a dominar la ortografía, y a tener un vocabulario rico. Debe saber escribir y narrar pero ademas debe adaptar su escritura y narración al ritmo, cadencia y entonación requeridos en cada momento para que nadie se pierda y así captar la atención e interés del publico.

La radio es muy importante para todo el mundo porque permite llegar hasta el último rincón de cada lugar, aparte que es un medio que sirve para entretener y seducir al público oyente.

En conclusión las especialidades de la radio como medio de comunicación son: su inmediatez, la heterogeneidad de su audiencia y la credibilidad de sus mensajes. Además, la radio, en comparación con la prensa escrita o la televisión, es barata y técnicamente sencilla. No hace falta disponer de grandes infraestructuras para emitir, ni trasladar cámaras, ni equipos de iluminación, ni poner en marcha impresionantes rotativas. La radio pese a los avances que han experimentado otros medios gracias a la incorporación de las nuevas tecnologías de la información y de comunicación sigue siendo en la actualidad, la mas rápida y la más instantánea, sobre todo a la hora de trasmitir acontecimientos noticiosos de ultima hora. De la misma manera, la radio no ha perdido la virtud de llegar a todos los públicos, porque, entre otras cosas, sus mensajes son sencillos y fáciles de entender porque su escucha es compatible con el desarrollo de otras actividades, porque entretiene, porque no es necesario saber leer, porque es gratuita, y porque a diferencia de la prensa escrita, la televisión o el cine, para algunas personas discapacitadas no interpone barreras. El medio en cuestión ha inspirado tradicionalmente una gran confianza entre sus seguidores, posiblemente porque la mayoría de los locutores se dirigen a ellos de tú a tú, les despiertan por la mañana, les acompañan durante la noche, conversan con ellos, les hablan y casi siempre con mucha naturalidad y amistad que difícilmente se aprecia  en otros medios audiovisuales. En la confianza que despierta la radio entre la población posiblemente radique el hecho de que, hoy por hoy, siga suscitando una gran credibilidad. Pocos ponen en duda, por ejemplo, la veracidad de la información radiofónica pero como se puede intuir no todos son ventajas. La radio, como ya dije anteriormente, es un medio exclusivamente sonoro y por tanto, en la percepción de sus mensajes solo participa uno de los cinco sentidos que tenemos, siendo todos muy importantes, el más importante: EL OÍDO.


Y como diría Carlos Herrera Crusset, un importante periodista radial, en su libro “Los fósforos contraatacan”: “Hacemos radio porque nos gusta contar historias, contar las cosas que pasan, pero sobretodo que nos las cuenten”.

Fuente de la img: Pinterest

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